domingo, 3 de junio de 2007

INGENIERO EN FRUTAS Y PRODUCTOS HORTÍCOLAS (Y II)

Manolo se levanta todos los días (excepto domingos y lunes) a las 3 ó las 4 de la madrugada, coge su camión o su furgonetilla y pone rumbo a Mercamadrid. Aquí comienzan los problemas, porque acaba la descarga de los proveedores y comienza a continuación la carga de los compradores o detallistas. Poco antes de las 5 de la mañana cientos de camiones y furgonetas, a los que dan la salida como si fueran los Alonso de la fruta, pugnan por un sitio en el muelle de carga. En teoría esto debería ser fácil, pero puedo asegurarles que no lo es. Muy raro es el día que no hay golpes y accidentes.
Manolo con un curioso calabacín en sus manos
Superado el primer obstáculo del día, nuestro Manolo emplea una media de 3 ó 4 horas en hacer sus compras, carga su vehículo y se dirige a su frutería desayunándose con los atascos de la mañana. Tiene suerte si puede permitirse contratar a alguien que le ayude, pero como estos negocios cada vez van a menos la mayoría de nuestros Manolos cambian de nombre y se convierten en Juan Palomo, por pura necesidad y en detrimento de su salud.

Cuando llega a su frutería comienza otro calvario: la búsqueda de un aparcamiento que le permita descargar su mercancía y no esté a 200 m. de distancia. A las 9 ó 9,30 deberá tener toda su fruta colocada y preparada para comenzar la venta, pero casi nunca lo consigue, no le da tiempo. A las 2 de la tarde cierra, pero debe reponer lo vendido para comenzar de nuevo a las 5. Cuando Manolo se va a comer ya ha trabajado más horas que cualquiera de nosotros en todo el día. Afortunado él si consigue dormir una hora de siesta. La segunda parte de su jornada finaliza a las 8 u 8,30, pero mientras limpia y guarda todo en el frío para que no se estropee le dan las 9 o las 10 de la noche. Cena y a dormir porque dentro de 4 ó 5 horas rugirá de nuevo el bicho más desagradable que conocemos: el despertador.

Manolo conoce a sus hijos porque los ve el fin de semana. Ya sé que más de uno estará pensando que su trabajo es tan duro como el de Manolo o más, pero como dice el refranero español: "Cada uno arrima el ascua a su sardina" y mi sardina es esta.

Foto: Francisco Salado
Al igual que ocurre con la fruta también en los Manolos hay variedades:
Manolo Clásico. Es nuestro frutero de toda la vida, con su mandil azul, su boli en la oreja y la sonrisa campechana.
Manolo Mercadillo. Todos los días monta y desmonta su negocio, con aire, lluvia, nieve, frío o calor.
Mano Lin. Son los Manolos chinos, que todavía duermen menos que nuestro Manolo nacional y tienen que comprar más cosas porque venden de todo.
Manolo Inmigrante. Aquí podemos agrupar a marroquíes, sudamericanos, hindúes, paquistaníes, polacos, rumanos, búlgaros, etc., etc.
Estas variedades de Manolos forman, junto con las grandes superficies, la brutal competencia que nuestro Manolo autóctono tiene que superar día a día.

Muerde la manzana, muerde
Foto; Francisco Salado
muérdela con devoción,
amarilla, roja o verde
disfruta de su sabor.


Muerde la manzana, muerde
muérdela hasta el corazón,
limpia y perfuma tus dientes
no tiene colesterol.


Muerde la manzana, muerde
muérdela con alegría
no sabes lo que te pierdes
come dos todos los días.

Lo siento, no he podido reprimirme. Ya salió mi vena poética.

5 comentarios:

Mari Carmen dijo...

Nunca sientas el hecho de dar una bocanada más de vida a este, tu rincón.

Esta última poesía, es tuya, ¿verdad?
;)

Y una vez más, he de decir: Admirable la vida de "Manolo"

Y enhorabuena a ti por tus entradas ;)

Un besito!!

Anónimo dijo...

ay, cuanto tiempo sin oir una de tus poesias!
Me quedo pensando en el sueño que tiene Manolo, pero también me pregunto con que otros gremios se encontrará por la calle al coger la furgoneta... sospecho que no muchos.
Abrazos

Anónimo dijo...

y aún le queda tiempo para escribir un blog!

bravo Manolo!

Ipero92 dijo...

Me ha encantado el blog, sobre todo su estilo para escribir. Empieza con fuerza, mucha fuerza. Si no le importa, lo añadiré a los enlaces de uno de mis blogs.

Un saludo.

Mari Carmen dijo...

¿Qué tal sigue Manolo?